La muerte es un portal.
Si creo que lo cruzaré cuando muera, estoy en el error.
El verdadero valor de la muerte es que nos enseña a dejar lo viejo atrás. Y para eso no hace falta morirse.
Renacer es algo que hacemos cada minuto, muchas veces. Nuestras células lo saben.
Escojo ver el vaso medio lleno. Lleno de todo lo necesario. No me quedo mirando atrás, lo que he perdido, como no me voy a lamentar de los zapatos que me quedaron pequeños al ir creciendo.
Ahora, mientras mi cuerpo muere y renace, a cada instante, escojo atravesar el portal del cambio. De ese modo, la muerte es vida y la vida, un portal tras otro.
Decirle "sí" a la muerte hace que ésta se desvanezca, lo único que queda es un amanecer.
En el álbum "In Ictu Oculi" de Los Músicos de Su Alteza, hay una canción: Hombre, que la vida pasas durmiendo. El estribillo es precioso.
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