jueves, 3 de abril de 2014

¿Y la danza?

Hay una danza que sale del cuerpo, que hace que se quiera estirar, que quiera botar, fluir, expandirse y encogerse.

Hay una danza que sale de la emoción, que hace que se expresen, con el cuerpo, la alegría y la tristeza, el miedo o la rabia.

Hay una danza que sale del pensamiento que analiza, hace que se midan los pasos, se recuerden y ejecuten minuciosamente, así y no asá.

Hay una danza que sale del deseo, de la aspiración por expresar algo bello, verdadero, bueno, lo que los humanos entendamos por eso.

Hay una danza que bebe de las anteriores y que, además, mira a otros lugares. Usa el cuerpo sin forzarlo, transmite emoción, pisa en el sitio justo, y aspira a un ideal. También hace algo más: mira a la luz, y le pide, por favor, que ponga todo en el momento y espacio preciso.

Sin cuerpo pero en el cuerpo. Sin emoción pero en la emoción. Sin pensamiento pero pensando. Sin deseo pero deseando, aspirando.

En esa danza puede pasar algo diferente, para el que la baila y para el todo, porque quien baila, lo bailado y el todo no son cosas separadas.

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